06.01.2022 - Bert Flossbach

Acciones que atenúan los efectos de la inflación


Acciones que atenúan los efectos de la inflación

Cuando los precios suben, el valor de los activos también debería aumentar. ¿Qué requisitos cumplen las empresas cuyas acciones pueden proteger contra la inflación?

Aunque en el futuro las tasas de inflación fueran solo del 3 % o el 4 %, estas minarían significativamente el valor real de los productos tradicionales de ahorro, el saldo de las cuentas corrientes o los bonos. Las acciones ofrecen una protección mucho mejor contra la inflación, siempre y cuando las empresas consigan aumentar sus beneficios a pesar del incremento de los costes.

Sin embargo, lo importante es que los tipos de interés no suban demasiado, porque entonces la valoración de las acciones caería en picado, como ocurrió en los años setenta. En aquel entonces, las cotizaciones no se movieron a pesar del aumento de los beneficios empresariales, porque la subida extrema de los tipos redujo a la mitad la valoración de los títulos.

Las fluctuaciones de precios, en algunos casos bruscas, de finales del año pasado evidencian la inquietud de muchos inversores por el aumento de las expectativas de inflación y el consiguiente temor a una política monetaria más restrictiva. Sin embargo, no les queda otra que aceptarlas y vivir con ello, porque las oscilaciones a corto plazo son el precio que hay que pagar por el crecimiento del valor real a largo plazo. Son el precio de aspirar a un mayor potencial de rendimiento.

Mientras el tipo de interés real de los bonos siga siendo negativo, la renta variable será la única clase de activo líquido que ofrezca a los inversores la perspectiva de una revalorización real, además de ingresos corrientes. Sin embargo, esta característica no puede aplicarse de forma generalizada a todas las acciones. Es requisito fundamental que la empresa sea capaz de ajustar sus precios o nivel de producción para que los beneficios suban al menos tanto como la inflación. En ese caso, suponiendo que la valoración no experimentase ningún cambio, la acción subiría como mínimo al mismo ritmo que la tasa de inflación y mantendría o aumentaría su valor real.

El horizonte de inversión es decisivo

Para que los inversores consigan un aumento real del valor, necesitan un horizonte de inversión a largo plazo y unos nervios de acero para no vender antes de tiempo cuando las cosas se ponen feas en los mercados. Esto es más fácil para los inversores que invierten en acciones de empresas prometedoras de cuya calidad están convencidos. Estas empresas “todoterreno”, que tienen productos excelentes, una fuerte posición competitiva y una alta rentabilidad, están mejor preparadas para afrontar el aumento de los costes que las empresas vulnerables, poco rentables y muy endeudadas.

Esto sucede sobre todo con las empresas que consumen mucho materia prima o energía, para las que el fuerte incremento de los costes energéticos y la escasez de productos semielaborados suponen todo un desafío. En tiempos de inflación es cuando queda claro lo sólida que es realmente una empresa, más allá de las campañas publicitarias y las estrategias de marketing. La rentabilidad desempeña ahí un papel especial, ya que las empresas rentables tienen más posibilidades de reforzar sus relaciones con los clientes y de captar otros nuevos.

Pueden pagar temporalmente unos precios más altos cuando los insumos escasean, aceptar un mayor coste de aprovisionamiento para mantener su capacidad de suministro y posponer conscientemente las subidas de precios para atraer a nuevos clientes. En la carrera por encontrar empleados motivados y cualificados, pueden pagar salarios más altos y ofrecer beneficios adicionales. La mayoría de las empresas poco rentables no tienen esas posibilidades. Por otro lado, un balance sólido con un bajo nivel de endeudamiento también otorga a la empresa un mayor margen de maniobra.

Los siguientes aspectos de las empresas son especialmente importantes cuando aumenta la inflación y, por lo tanto, resultan cruciales en nuestro proceso de análisis y selección de valores:

  • Tienen poder de fijación de precios frente a clientes (fuerza de la marca, calidad del producto y del servicio).
  • Tienen poder de negociación frente a proveedores (economías de escala, buenas relaciones).
  • Son flexibles en el aprovisionamiento, la producción y la distribución.
  • Llevan a cabo un control eficaz de los costes.
  • Pueden pagar salarios competitivos para atraer y mantener a un equipo motivado y altamente cualificado.

Algunos fabricantes de automóviles alemanes aprovechan su flexibilidad en la producción y la distribución para instalar los escasos chips sobre todo en los modelos de gama alta, lo que supone un mayor margen de beneficio. Por ello, a pesar del aumento de los costes de las materias primas, de los retrasos en el suministro y de la escasez de chips, se espera que obtengan un beneficio récord.

Durante mucho tiempo, ha sido difícil implementar subidas de precios en el sector de los bienes de consumo, debido al poder de negociación. En los últimos años, los grandes fabricantes de bienes de consumo con actividad en todo el mundo han logrado compensar en gran medida esa situación aumentando su eficiencia. Gracias a su tamaño, tienen ventaja a la hora de negociar los precios con los proveedores. En los próximos trimestres se verá si las empresas consiguen imponer de nuevo drásticas subidas de precios, también a los grandes clientes.

Las empresas tecnológicas, por su naturaleza, son más resilientes a un aumento de la inflación, en especial las que se dedican a la programación de software. Como mucho, les afecta el aumento del precio de la electricidad y, con retraso, la subida de los costes de personal. En estas empresas, el principal impulsor del valor sigue siendo el crecimiento de las ventas por encima de la media.

Así pues, las recientes caídas de las acciones del sector tecnológico no se deben al aumento de la inflación ni a las posibles dificultades de suministro, sino más bien al temor a una subida de los tipos de interés y, en ciertos casos, a la preocupación por una regulación más estricta. A finales de año, este fue el caso de las empresas tecnológicas chinas, en las que el temor al largo brazo del Gobierno de Pekín provocó una huida masiva de los inversores. El riesgo intervencionista en los derechos de propiedad, que es mayor en los mercados emergentes controlados por el Estado, se traduce en una menor valoración bursátil de las empresas afectadas.

A medida que avanza la digitalización, el sector tecnológico ofrece el potencial más grande de crecimiento, aunque este sector debe entenderse hoy en día en un sentido más amplio que antaño: además de los clásicos proveedores de software y hardware y de las plataformas de internet, esta categoría incluye empresas del sector industrial y de tecnología médica, proveedores de servicios de pago y, en parte, fabricantes de bienes de consumo duraderos. Las empresas de estos sectores contribuyen a mejorar la productividad de la economía y a afrontar los desafíos de la protección climática, así como el cambio demográfico, y ofrecen a sus accionistas la perspectiva de un crecimiento real del valor del capital invertido.

 

Este artículo forma parte del último número de nuestra revista trimestal gratuita “Posición

 

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