22.06.2020 -
Kurt von Storch, cofundador de Flossbach von Storch AG, sobre la inversión en renta variable en tiempos de la COVID-19.
Entre todas las dificultades a las que nos hemos enfrentado en los últimos meses, también hay buenas noticias. En relación con la inversión, reconozco que esta es una observación muy subjetiva, cada vez más personas se preguntan si no sería sensato comprar acciones con parte de sus ahorros justo ahora en tiempos de crisis. Al fin y al cabo, los mercados han caído significativamente desde comienzos de año, lo que supone comprar cuando el precio está bajo. Algo que harían los buenos inversores. Me gusta este planteamiento.
Esto significa que, con productos tradicionales defensivos como una cuenta de ahorros, las familias ya no podrán acumular patrimonio en el futuro, sino que perderán valor adquisitivo. Los paquetes de ayuda de los gobiernos y de los bancos centrales como respuesta a la crisis de la COVID-19 elevarán la deuda pública a niveles cada vez más disparatados. A largo plazo, las deudas solo se pueden financiar con tipos de interés muy bajos, y el enorme endeudamiento solo se pueden reducir de forma permanente con inflación. Una inflación del dos, tres o mejor cuatro por ciento con tipos de interés cero sin duda favorecería a los gobiernos y a su planificación presupuestaria, especialmente porque esta forma de represión financiera causa mucho menos revuelo entre los votantes que un incremento impositivo.
Por lo tanto, las acciones son necesarias para el inversor a largo plazo. ¿Pero cómo proceder? ¿Y cuáles seleccionar? El inversor pragmático sabe que la ganancia se obtiene en la compra y últimamente los precios han caído considerablemente. Sin embargo, los inversores deben tener mucho cuidado al seleccionar sus inversiones. Una empresa cuya cotización bursátil haya caído bruscamente solo es interesante si en su esencia no ha cambiado. Para eso utilizamos el análisis fundamental.
La COVID-19 es un «modificador de esencias». El virus no solo amenaza la salud de las personas, sino también la de sus ahorros. No solo pone a prueba a empresas individuales, sino también a industrias enteras; ya que la COVID-19 modifica el comportamiento de los clientes y sus hábitos de uso y consumo. Los modelos de negocio que en enero todavía se consideraban razonablemente fiables pueden dejar de serlo en los próximos años.
Por lo tanto, es más importante que nunca que los inversores encuentren empresas que no solo sobrevivan de alguna manera a la crisis de la COVID-19, sino que también salgan fortalecidas de ella. Empresas con un modelo de negocio robusto, un balance sólido y una gestión de primer nivel. La calidad supera a la media a largo plazo, y, lo que es igual de importante, las acciones de las empresas de calidad suelen ser más estables en épocas de crisis que las de las empresas medias.
Por esta razón, prefiero tener una cartera de empresas cuidadosamente seleccionadas en lugar de inversiones que repliquen el mercado en su totalidad, como por ejemplo hacen los fondos indexados cotizados en bolsa (Exchange Trade Funds o ETF). Un ETF no distingue entre modelos de negocio buenos y menos buenos, sino que incorpora todos a la cartera. Cuando el índice correspondiente se hunde, el ETF le sigue con la misma intensidad. Como inversor, es importante mantener la calma ante esta situación. Me quito el sombrero ante aquellos que pueden hacerlo, para ellos los ETF son ciertamente una alternativa económica para invertir en acciones. Sin embargo, solo unos pocos son capaces de reaccionar adecuadamente.
La mayoría de los inversores se ponen nerviosos cuando los precios fluctúan demasiado y siempre corren el riesgo de vender cerca de los mínimos, porque es ahí donde el sufrimiento es mayor. Y lo que es peor aún: como resultado, renuncian a la inversión en renta variable, y eso justo en un momento en el que deberían confiar en las rentabilidades que les ofrece a largo plazo el mercado de renta variable.
Si, por el contrario, tienen paciencia y confianza en la calidad de los títulos seleccionados, no deberían temer ni siquiera a los grandes reveses de los índices bursátiles. Pueden esperar y probablemente dormir mucho mejor con su cartera de acciones de calidad.
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