20.07.2021 - Philipp Vorndran

Cinco principios para un sistema de pensiones sostenible


Cinco principios para un sistema de pensiones sostenible
Philipp Vorndran

2021 es un año de elecciones en Alemania y los candidatos centran el debate en la viabilidad del sistema de pensiones. Hacemos un análisis.

Nos encontramos en medio de un año electoral en Alemania y los candidatos discuten sobre el futuro de las pensiones. Sin embargo, de momento, las propuestas no son muy convincentes. ¿Qué tendría que pasar para que el sistema de pensiones fuera sostenible?

Que amplios círculos de responsables políticos intenten hacernos creer que las pensiones estarán aseguradas en el futuro con las condiciones actuales, por muy comprensible que sea ese intento en clave electoral, supone un nuevo atentado contra la justicia intergeneracional. En Alemania, por ejemplo, basta con revisar las estadísticas demográficas para darse cuenta de que las cuentas no salen.

Mientras que en 1960 el periodo de cobro de las pensiones en Alemania era de unos diez años, en 2019 ese tiempo se ha duplicado. Si en 1962 había seis cotizantes por cada pensionista, hoy las estadísticas revelan que hay 2,1. Esta evolución no solo afecta a Alemania, sino a toda Europa. Por eso, no es de recibo que los políticos se empeñen en dar largas al problema de las pensiones. Básicamente, la generación alemana del baby boom y el posterior descenso de la natalidad suponen un problema de financiación para el sistema de pensiones de reparto, en el que los más jóvenes pagan por los más mayores.

Pensión asegurada a los 68: más ficción que realidad 

Si, además, la esperanza de vida de todos los que alcanzan la edad de jubilación sigue en aumento, el panorama que se presenta para las pensiones es cada vez menos halagüeño. Imaginemos —y esta es una hipótesis muy discutida en los círculos científicos— que, gracias a los avances médicos, la esperanza de vida restante de todos aquellos que sobrevivan a los próximos diez años y lleguen a la edad de jubilación fuera de 35 años en lugar de 20 años en 2030. En ese caso, prometer a todos los ciudadanos alemanes una pensión suficiente y segura si trabajan hasta los 67 (o hasta los 68) nos parece un engaño, al menos si contamos con una gestión presupuestaria medianamente sólida.

Ni siquiera servirían de mucho las medidas del Bundesbank, que pide que se jubile a los 70 años. Así pues, no es sostenible mantener un sistema de pensiones de reparto basado en las reglas actuales. Por eso, nos parece sensato instaurar un segundo pilar obligatorio en Alemania, es decir, un plan de previsión empresarial financiado de manera paritaria, y promover adicionalmente el tercer pilar, esto es, los planes de pensiones privados. Tanto los partidos políticos de CDU/CSU como el FDP abordan este tema en sus programas electorales.

Sin embargo, nos mostramos bastante escépticos ante la propuesta más reciente de la coalición conservadora. Su intención es crear un plan de ahorro para cada niño en el que el Estado ingresará 10.800 euros hasta que aquel cumpla 18 años. Según Friedrich Merz, si aplicamos un «tipo de interés normal» hasta los 67 años, se conseguirían unos 200.000 euros que podrían destinarse al plan de jubilación, o esa es al menos la promesa.

Sin embargo, si ponemos en relación ese importe final con los pagos previstos por el Estado, se obtiene un tipo de interés medio del 5,15 % anual teniendo en cuenta los vencimientos. Entonces, ¿qué significa el término «tipo de interés normal» cuando actualmente estamos viendo rentabilidades negativas incluso en los bonos soberanos a largo plazo?

Una cuestión de rentabilidad

A modo de comparación: para una cartera de acciones diversificada a nivel global calculamos una revaloración media a largo plazo de entre el 5,0 % y el 5,5 % anual. Así pues, para conseguir su objetivo, ¿la coalición conservadora recurriría a una cartera formada en su totalidad por acciones, con un posicionamiento global y una amplia diversificación, a pesar de que en política es muy controvertido apostarlo todo a la renta variable? ¿Sería entonces obligatorio invertir en Alemania, donde el mercado bursátil está muy limitado y experimenta fuertes fluctuaciones debido al gran número de valores cíclicos? ¿Y qué pasaría con la sostenibilidad? Y, sobre todo, ¿quién asumiría el coste? En definitiva, un 5,15 % anual nos parece ambicioso.

Ein durchschnittlicher jährlicher Ertrag von 2,5 Prozent p.a. nach Kosten erscheint uns realistischer. Doch mit einem jährlichen Ertrag in dieser Höhe käme das neugeborene Kind, für das der Staat 10.800 Euro in den ersten 18 Jahren einzahlen würde, mit 67 Jahren nur auf einen Betrag von rund 40.500 Euro. Wer dann noch durchschnittlich 2,5 Prozent Inflation per annum abzieht, sieht rasch, dass lediglich die Kaufkraft der eingezahlten 10.800 Euro erhalten blieben, so dass das Ergebnis (wie bei Riester) eine äußerst mickrige Zusatzrente erwarten ließe.

Un rendimiento medio anual del 2,5 % después de costes se nos antoja más realista. Pero aun con ese rendimiento anual, el recién nacido por el que el Estado pagaría 10.800 euros durante sus primeros 18 años de vida tan solo habría acumulado unos 40.500 euros cuando cumpliera los 67. Si, además, descontamos de media un 2,5 % de inflación anual, enseguida queda claro que esos 10.800 euros tan solo permitirían mantener el poder adquisitivo, por lo que el resultado —al igual que en el caso de las pensiones alemanas Riester— sería una pensión complementaria mísera.

En lugar de adoptar este tipo de medidas cosméticas que no van a la raíz del problema, es necesario abordar el tema de manera constructiva de una vez por todas.

Las cinco condiciones de una pensión segura

  1. Es importante señalar que ya no hay nada que rascar en las inversiones nominales. Si la rentabilidad media anual del índice de renta fija alemán Rex, que refleja la evolución del valor de 30 bonos federales, rondaba el 3,9 % entre 1970 y 2012, esos resultados positivos pasaron a la historia con el «Whatever it takes» de Mario Draghi, que con esa declaración puso fin a la crisis del euro como presidente del Banco Central Europeo (BCE). Desde entonces, incluso los bonos soberanos a largo plazo cotizan en negativo, lo que obliga a que el rendimiento de la cartera proceda de valores reales, es decir, de las acciones principalmente.
  2. Limitar el universo de inversión a empresas en Alemania o a la eurozona tiene un precio que se paga en forma de rentabilidad. Además, aumenta la sensibilidad de la cartera a las crisis, porque el índice de referencia alemán, el DAX, engloba acciones de muchas empresas cíclicas. Por eso, es aconsejable adoptar un enfoque global.
  3. Es necesario crear sistemas de incentivos que demuestren que vale la pena prepararse para la jubilación. Nuestra propuesta es que deberían poder obtenerse ganancias libres de impuestos si el dinero permanece invertido durante al menos 20 años. Lógicamente, se podría fijar una cantidad máxima con el fin de evitar suspicacias y envidias. Aquí entraría en juego una comisión de expertos que tendría que ajustar esa cantidad de forma periódica. En nuestra opinión, no debería ser inferior a 300.000 euros.
  4. Los ahorradores siguen preocupados por las pérdidas. Estadísticamente, una extrapolación basada en el índice bursátil estadounidense S&P 500 muestra que desde 1930 nunca se han producido pérdidas en un periodo de inversión de 20 años, aunque habrá algunos a quienes esto no les tranquilice. Por eso, las (improbables) pérdidas deberían poder incluirse en la declaración de la renta sin limitaciones. Dada la baja probabilidad de que esto ocurra, el coste para el Estado sería asumible, sobre todo porque el seguro de pensiones alemán ya se está sosteniendo con los 108.000 millones de euros que cada año pagan los contribuyentes. Si la esperanza de vida sigue aumentando, es probable que esa cifra alcance los 250.000 o 300.000 millones de aquí a 20 o 30 años.
  5. Por último, pero no por ello menos importante, tiene que quedar claro que estas propuestas no pueden ser solo una forma de previsión complementaria, sino que es necesario reestructurar todo el sistema de pensiones para que siga siendo financieramente viable. Solo el sistema de pensiones de capitalización es justo desde el punto de vista intergeneracional.

 

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