29.07.2020 -
El precio del oro ha marcado récords; en parte debido a la política monetaria expansiva y al aumento del gasto público. El metal precioso debe ayudar a preservar el valor real del patrimonio.
Después de todo, el crack de la gran crisis del coronavirus, tal como se esperaba, no ha sucedido hasta el momento. Los paquetes de ayudas y estímulos económicos de los gobiernos han salvado a la economía del colapso. Pero a un precio enorme. En todo el mundo, las medidas fiscales presupuestarias ascienden a más de cinco billones de dólares, que se complementan con garantías estatales que alcanzan casi los 3,7 billones de dólares.
Si fuera necesario, los estados aportarán fondos adicionales, que pueden ser financiados a coste cero en vista de los bajos niveles de los tipos de interés. Como consecuencia, se ha registrado un rápido aumento de la deuda pública, llegando a alcanzar niveles récord. Por lo tanto, los bancos centrales son prisioneros de su política de tipos de interés ultra bajos y están condenados a suministrar dinero barato infinitamente al mundo entero e intervenir en una situación de emergencia para brindar apoyo.
Cada vez más inversores consideran que los tipos de interés cero serán permanentes y están barajando posibles alternativas de inversión. La política monetaria expansiva y el aumento del gasto público deberían traer consigo un regreso de la inflación a medio plazo.
Es probable que los inversores tengan una mayor necesidad de proteger los activos contra este peligro, que no se da desde hace mucho tiempo. La clase de activos con la que creemos que esto se puede conseguir es la renta variable, con empresas de crecimiento cuyos beneficios sean más resistentes.
Recientemente, el oro alcanzó un máximo histórico, calculado tanto en euros como en dólares. Sin embargo, la extendida creencia de que el oro es el ganador de la crisis no es la interpretación más acertada. Más bien, es una de las consecuencias de la crisis, en concreto, los tipos de interés permanentemente bajos y la inundación de liquidez de los bancos centrales, ha traído de vuelta el tema de la inflación.
Como activo líquido, el oro es una buena protección contra la inflación. De acuerdo con el Consejo Mundial del Oro, solo en la primera mitad de 2020, los ETF de oro han adquirido 734 toneladas del metal precioso, más que en todo el año récord de 2009, lo que refleja una creciente demanda de los inversores, que probablemente tenga menos que ver con la crisis del coronavirus en sí que con sus consecuencias.
El extremo incremento de deuda pública, el entorno de tipos de interés permanentemente bajos y el retorno de la inflación, que no se puede descartar, han convertido el oro en un atractivo metal refugio para muchos inversores. Las posesiones de ETF de oro han aumentado considerablemente, especialmente en EE. UU, un dato destacable pero no sorprendente. Los bajos tipos de interés récord de EE. UU y la elevada deuda pública han impulsado no solo a los inversores privados sino también a los inversores institucionales a aumentar sus inversiones en oro a pesar de la reciente recuperación del mercado de valores.
Para nosotros, el oro es la moneda de última instancia y una protección frente a las posibles crisis del sistema financiero. A largo plazo, uno no debe esperar más del oro que la preservación real de los activos, pero tampoco menos.
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