31.10.2023 - Julian Marx

Escasa disciplina presupuestaria


Escasa disciplina presupuestaria

Durante los años de la pandemia, el gasto público alcanzó límites extremadamente altos. Sin embargo, pasado ese periodo excepcional, los déficits se mantienen en niveles muy elevados.

Estados Unidos no ha puesto el freno y sigue a todo gas. Al menos en lo que respecta al gasto público. En el pasado ejercicio fiscal, que finalizó el 30 de septiembre de 2023, el Gobierno estadounidense registró el tercer mayor déficit de su historia. En números significa que el presidente Biden puede echar la vista atrás con un déficit de 1,695 billones de dólares estadounidenses en el pasado año fiscal.

De hecho, el déficit incluso acaba de superar la barrera de los dos billones de dólares. Hay que tener en cuenta que, en el verano de 2022, el gobierno estadounidense quiso condonar a gran escala los préstamos a estudiantes estadounidenses. Esto habría costado más de 300.000 millones de dólares. En aquel momento, los costes ya estaban consignados en el presupuesto.

Sin embargo, como el Tribunal Supremo de Estados Unidos anuló este año la condonación parcial de los préstamos estudiantiles, el gobierno estadounidense recibió un crédito por los costes ya contabilizados. Sin este "crédito", el déficit del gobierno de EE.UU. habría sido un buen siete por ciento del producto interior bruto. Un déficit que nunca se ha registrado en la historia de EE.UU. fuera de una guerra, una recesión o un estado de emergencia nacional. La disciplina presupuestaria estadounidense parece escasa en estos días. ¿Cómo se ve en Europa?

Pocas esperanzas para la Eurozona

El viejo continente está en números rojos. La deuda pública media de los Estados del euro era del 91,5% del producto interior bruto (PIB) a finales del año pasado. Seis de ellos superan incluso el cien por cien del PIB. Entre ellos "pesos pesados" como Francia, Italia y España.

 La mejora no parece estar a la vista. Como mínimo, la disciplina presupuestaria histórica da pocos motivos para la esperanza. El criterio de déficit de Maastricht, que estipula un déficit presupuestario no superior al tres por ciento del PIB, hace tiempo que dejó de ser relevante en la práctica presupuestaria estatal.

Entre 2000 y 2022, el déficit francés fue de al menos el tres por ciento del PIB en 18 de los 23 años. España superó la barrera del déficit 14 veces e Italia 12 veces durante este periodo (véase el gráfico). Según las estimaciones actuales del Fondo Monetario Internacional, es probable que el déficit presupuestario de estos tres pesos pesados del euro supere el tres por ciento del PIB también en 2023. De nuevo.

 

Un poco más de disciplina presupuestaria sería útil en este sentido. De cara al futuro, nos esperan importantes cargas demográficas, que podrían frenar los resultados económicos y reducir aún más el margen de maniobra fiscal. En la eurozona, la proporción de personas en edad de trabajar (de 20 a 64 años) podría caer del 59% en 2020 a alrededor del 51% en 2045. Es probable que otros bloques de gasto se conviertan en una carga. Desde la perspectiva alemana, un ejemplo es el fondo especial de cien mil millones de euros de las fuerzas armadas alemanas. No se puede pasar por alto: Las perspectivas de las finanzas públicas en la Eurozona siguen siendo sombrías.

Reaseguro de política monetaria

Desde la perspectiva de los responsables políticos, las elevadas cargas de la deuda entrañan el riesgo de que el margen de maniobra fiscal se estreche aún más. Esto es aún más cierto en fases de subida de los tipos de interés, como la que estamos viviendo actualmente.

Sin embargo, no está claro hasta dónde llegará el efecto disciplinador de los tipos de interés y la deuda a largo plazo. El ejemplo de Japón nos hace reflexionar. A finales de este año, la deuda nacional japonesa rondará probablemente los 1.500 billones de yenes (algo menos de 10 billones de euros) o más del 250% del PIB de Japón.

A los ministros de Finanzas japoneses, sin embargo, esto no les molesta. Llevan décadas sacando el máximo partido a los recursos. El déficit primario anual de Japón (déficit público antes de los costes por intereses) ha alcanzado una media del 4,9% del PIB este milenio. Esto funciona gracias a la amable ayuda del Banco de Japón. El banco central de Japón poseía recientemente 591 billones de yenes, o casi el cuarenta por ciento de la deuda pública japonesa. Además, los banqueros centrales de Japón siguen limitando el nivel de rendimiento de la deuda pública japonesa. El nivel de rendimiento de la deuda pública japonesa a 10 años puede subir hasta un máximo del 1,0% antes de que el banco central de Japón intervenga con compras (ilimitadas si es necesario).

¿Podría la deuda de los Estados del euro evolucionar en una dirección tan extrema como la de Japón? No se puede descartar por completo. En cualquier caso, el Banco Central Europeo (BCE) ya ha demostrado que también es una especie de reaseguro para las finanzas públicas. ¿De qué otro modo podría explicarse que los guardianes de la moneda única se hayan convertido en los mayores acreedores de los Estados del euro? Por ejemplo, en agosto de 2023, poseían el 25,1% de la deuda pública italiana.

Aunque actualmente estamos asistiendo a una fase de tipos de interés más altos en la zona del euro, la escasa disciplina presupuestaria histórica y las crecientes cargas demográficas sugieren, no obstante, que a largo plazo las finanzas públicas necesitan un apoyo permanente de la política monetaria. Por tanto, es probable que los tiempos de la política monetaria restrictiva hayan llegado a su fin.

 

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