12.02.2020 -
Se supone que las agencias de calificación pueden orientar a los inversores con respecto a las inversiones sostenibles. Sin embargo, un estudio muestra que sus calificaciones de sostenibilidad a menudo son contradictorias.
Sostenibilidad: rara vez algún tema había adquirido tanto impulso en los mercados financieros en tan poco tiempo. El Foro alemán de Inversiones Sostenibles estima en 219.000 millones de euros el importe de los activos gestionados efectivamente con criterios de sostenibilidad en el país, lo que supone un incremento de su volumen de casi 100.000 millones en cuatro años. Asimismo, las inversiones consideradas responsables ascienden a 1.527.000 millones de euros en Alemania. Por «inversión responsable» se entiende, por ejemplo, que los gestores de activos se comprometen a seguir unos criterios de sostenibilidad, no directamente a nivel de producto sino de la empresa, como los „Principles for Responsible Investments“ (PRI) de las Naciones Unidas.
«No obstante, la manera de valorar el comportamiento en materia de sostenibilidad de las empresas no está claramente definida», explica Kai Lehmann, analista del Flossbach von Storch Research Institute. En la práctica, es difícil integrar criterios de sostenibilidad en el proceso de inversión debido sobre todo a que actualmente apenas existen unos modelos robustos que permitan obtener una evaluación fiable. En muchos casos, estimar si una empresa opera teniendo en cuenta criterios ambientales y sociales, e incluso si está bien gestionada, es simplemente una cuestión de perspectiva. Se supone que las calificaciones de sostenibilidad pueden orientar acerca de si una empresa actúa de forma sostenible o no.
Pero ¿hasta qué punto son fiables estas calificaciones? El Flossbach von Storch Research Institute ha analizado los valores de algunos ratings de sostenibilidad con cierta relevancia en el mercado, como MSCI ESG, RobecoSAM y Sustainalytics. Los resultados del estudio son preocupantes:
Las evaluaciones en materia de sostenibilidad que otorgan las distintas agencias de calificación a determinadas empresas difieren considerablemente entre ellas: por ejemplo, en una escala de evaluación de 0 (no sostenible) a 100 puntos (muy sostenible), la agencia de calificación MSCI ESG da una puntuación de cero al fabricante de coches Volkswagen, mientras que Sustainalytics lo evalúa en 19 puntos, y RobecoSAM, en 65. Por lo tanto, según su calificación, ¿es Volkswagen «no sostenible», «un poco sostenible» o «sostenible»?
Un ejemplo más de entre muchos: Porsche Automobil Holding recibe 88 puntos de Sustainalytics, pero solo 7 puntos de MSCI ESG. La puntuación del fabricante de coches eléctricos Tesla es de 65 según MSCI ESG, pero solo de 13 según Robeco SAM.
En conjunto, las compañías clasificadas por las tres agencias de rating entre las 100 mejores, es decir, aquellas con las calificaciones más altas, suman un total de 235 distintas empresas. «Solo hay once empresas que las tres agencias clasifiquen entre las 100 mejores», afirma Lehmann. ¿Realmente no hay apenas empresas claramente sostenibles sobre las que las tres agencias de calificación estudiadas puedan ponerse de acuerdo?
También se observa una clara discrepancia en la evaluación de los distintos mercados bursátiles. Mientras que la mitad de las compañías estadounidenses recibe una evaluación de 50 puntos o menos, solamente una cuarta parte de las alemanas se encuentra por debajo de este umbral. Sin embargo, las mejores calificaciones no significan necesariamente que las empresas alemanas operen de forma «más sostenible». «Es posible que los requisitos de información más estrictos influyan en la calificación», dice Lehmann.
Por lo tanto, la conclusión del análisis es que las calificaciones de sostenibilidad de las agencias deben considerarse con circunspección. En algunos casos, las evaluaciones de sostenibilidad ofrecen información útil y elementos de reflexión, pero aceptarlas sin discernimiento no significa que se cumplan los criterios de una inversión responsable.
Kai Lehmann es analista en el Flossbach von Storch Research Institute en Colonia.
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