27.12.2019 -
Activistas como Greta Thunberg tienen razón: la protección del clima es importante. Pero sin crecimiento económico e innovación no es viable.
Greta Thunberg inspira a la juventud y acusa a la generación más mayor de haber negado o al menos ignorado el cambio climático durante demasiado tiempo. El mensaje llega a los jóvenes - y es correcto. Sin embargo, hay dos problemas que me gustaría abordar.
Además del compromiso personal, se necesita el apoyo de las fuerzas políticas para establecer un marco en el que se puedan proteger los escasos recursos. Pero los políticos se guían por los resultados de las elecciones. Y las elecciones las ganan la mayoría de los que votan, no necesariamente las generaciones más jóvenes. Es cierto que los principales partidos están tratando de mejorar su imagen respecto a este tema con palabras y propuestas generales. Pero todas estas medidas no serán suficientes. A fin de cuentas, como nos enseña el movimiento de los chalecos amarillos en Francia, los paquetes de protección climática se diseñarán probablemente sobre todo de manera "socialmente aceptable" para no asustar a los votantes.
Las decisiones verdaderamente sostenibles pero impopulares, como la introducción de un impuesto sobre el CO2 o el establecimiento de un amplio sistema de comercio de certificados de CO2, se están posponiendo sin más. Parece justo pedir que aquellos que contaminan sean los que paguen. Los economistas hablan de internalizar los costes externos. El coste dicta lo que los mensajes bien intencionados no pueden alcanzar. Sin estas medidas, todo sigue igual y se queda en buenas intenciones; y estas ciertamente no detendrán el cambio climático.
Greta Thunberg tiene razón cuando desaconseja seguir como hasta ahora. Pero se equivoca cuando demoniza la economía y su esfuerzo por el crecimiento. Sin crecimiento no puede haber una protección climática sostenible. Por lo tanto, más allá de medidas políticas, se necesitan iniciativas económicas, el poder de innovación de la economía - el resultado de cualquier esfuerzo de crecimiento.
Para asegurar un futuro digno de ser vivido por las generaciones futuras, 7.700 millones de personas deben ser abastecidas con alimentos, electricidad y medicinas. Esto requiere progreso e innovación. Sólo aquellos que no dependen de la seguridad social y de un puesto de trabajo, pueden permitirse alegar que el crecimiento económico es negativo. Por otro lado, aquellos que necesitan un trabajo para mantener a su familia, que quieren aprovechar las prestaciones de la seguridad social y que dependen de una pensión de jubilación están directamente expuestos a los efectos negativos de una contracción económica duradera.
Se perderán empleos, se perderán ingresos fiscales y los sistemas de seguridad social se derrumbarán ante el cambio demográfico. Todo esto conduce a la pobreza y a los conflictos sociales. El clima también sufrirá, porque a nadie le importaría ya, porque las personas priorizan la lucha por su existencia. Las innovaciones e inversiones se ahorrarían, destruyendo así la base económica y ecológica de las generaciones futuras. Entonces, a más tardar, la revolución se comería a sus hijos, y los que hoy señalan con el dedo estarían en el banquillo de los acusados. Los nietos de Greta les gritarían: “How dare you. You have stolen my dreams [...]. People are suffering. People are dying“. ("Cómo os atrevéis. Me habéis robado mis sueños. La gente sufre, la gente muere.")
De buena fe usted quería salvar el medio ambiente, pero ¿cómo podía creer que, con la abolición de los coches todoterreno, unos pocos euros en impuestos ambientales sobre los vuelos y el uso de bicicletas para el transporte en la ciudad, se podría detener el cambio climático? ¿Por qué rechazó las soluciones constructivas, por qué la economía de mercado, cuyo poder de innovación está demonizado, y por lo tanto se jugó nuestro futuro?
La columna de Kurt von Storch fue publicada en el periódico alemán "Rheinische Post".
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