23.03.2023 -
Mantenerse a flote en los tiempos difíciles y, si es posible, mejorar aún más su posicionamiento: eso es lo que esperamos de las empresas en las que invertimos.
Perder el control es uno de los principales temores de las personas. Estar a merced del peligro, verse sorprendido por este, sin poder hacer nada al respecto. Esta idea preocupa a mucha gente. ¿Quién no ha sentido un nudo en la garganta cuando en un vuelo hay fuertes turbulencias, cuando los pasajeros no pueden hacer nada más que confiar en las habilidades del piloto?
Cuando hay fuertes fluctuaciones de precios en los mercados de valores, es lo mismo. También en este caso, a menudo aumenta la necesidad refleja de «hacer algo», usar el freno de emergencia, cambiar todo lo que sea posible. Por consiguiente, la tasa de rotación de la cartera corre el peligro de convertirse en un criterio para una buena gestión del riesgo en las fases difíciles del mercado.
Pero atención: no es tan sencillo. Por supuesto, en muchos casos puede ser oportuno reaccionar rápidamente ante los cambios de circunstancias. Por ejemplo, si se ha cometido un error en los propios análisis o si se produce una ruptura estructural en una tendencia a largo plazo que es decisiva para la rentabilidad de una inversión. En estos casos, puede incluso ser negligente no hacer nada.
Sin embargo, no es aconsejable simplemente ceder a este reflejo. Y, por desgracia, muchas personas reajustan constantemente sus carteras en fases difíciles, principalmente por motivos de prudencia. Pero actuar no debería ser un fin en sí, sobre todo en tiempos de crisis. Hay que hacer lo correcto, no hacer cualquier cosa. Y no precipitadamente, sin reflexionar sobre las posibles consecuencias finales.
El impulso de actuar aún es más fuerte cuando hay un flujo incesante y agitado de noticias. Sin embargo, si el horizonte de inversión es cada vez más corto, por ejemplo, hasta las próximas cifras trimestrales, la próxima decisión sobre los tipos de interés o la próxima señal de un gráfico, entonces los inversores acaban en la mayoría de los casos persiguiendo unas tendencias con las que raramente pueden estar al día. Así, suelen perder de vista su objetivo de inversión a largo plazo.
Nosotros preferimos participar en el éxito a largo plazo de empresas de gran calidad y, por lo tanto, las seleccionamos meticulosamente. En nuestro caso, un proceso de análisis puede durar varias semanas. Llevamos a cabo unos elaborados análisis de escenarios sobre todas las empresas que acaban siendo incluidas en nuestra lista de compra.
Por supuesto, también ajustamos constantemente las posiciones individuales, estamos atentos a las evoluciones y cuestionamos nuestras propias suposiciones. Pero, esencialmente, confiamos en nuestras empresas, incluso en tiempos de crisis. Al fin y al cabo, los responsables de estas empresas cuidadosamente seleccionadas deben tener la capacidad de capear bien las crisis.
En otras palabras: no somos nosotros, los inversores, sino las empresas en las que invertimos las que deben posicionarse de forma óptima, también en tiempos difíciles. Cuanto más sólido es su modelo de negocio, su posición competitiva y su dirección, mayor estimamos la probabilidad de que conseguirán seguir alcanzando unas rentabilidades atractivas en el futuro a pesar de todo; y aprovechando los tiempos de crisis para mejorar aún más su posicionamiento de cara al futuro.
Las recetas del éxito para conseguirlo pueden ser diferentes. Pero en el pasado, muchas empresas de nuestras carteras han sido capaces, tanto en la gran crisis financiera de 2008/2009 como en la crisis del coronavirus de marzo de 2020, de recuperar rápidamente sus niveles de beneficios anteriores a la crisis y elevarlos aún más. Muchas de estas empresas tienen un historial muy largo de crecimiento sostenible de los beneficios, aunque en las últimas décadas han tenido que demostrar su valía una y otra vez en fases difíciles del mercado.
La confianza es un bien valioso, también en lo que se refiere a la psicología de los inversores. Cuando se es consciente de que se ha invertido en empresas de alta calidad, creemos que se pueden soportar mejor las turbulencias de los precios. Y consideramos que una óptima gestión de riesgos implica, sobre todo, además de una diversificación adecuada de la cartera, una selección de acciones de empresas de alta calidad.
El artículo es de Kubilay Yalcin, Portfolio Director Equity de Flossbach von Storch AG. Está extraído de nuestra revista "Position", a la que puede suscribirse gratuitamente aquí.
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