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Bonds in the Spotlight
4 Minuten

¿Bajo presión para actuar?

- Julian Marx

La mayor economía del mundo podría ralentizar su ritmo de crecimiento en un futuro próximo. Efectivamente, algunos indicadores de sentimiento han señalado recientemente que la tendencia alcista que mantiene desde hace años la economía estadounidense podría estar ralentizándose. La confianza de los consumidores estadounidenses sufrió una caída notable, según los datos del Conference Board correspondientes al mes de febrero. Aunque la mayoría de los encuestados sigue considerando buena la situación actual, el marcado deterioro del índice de expectativas señala incluso la posibilidad de una recesión.  

Stephanie Guichard, economista del Conference Board, también expuso los motivos subyacentes a las peores expectativas de los consumidores. En las respuestas escritas a la encuesta, aumentaron considerablemente las menciones al comercio y los aranceles y predominaron los comentarios sobre el Gobierno actual y sus políticas.  

Las preocupaciones descritas por los consumidores de EE. UU. también se reflejan en los mercados de renta variable de este país, que experimentaron un ligero descenso por primera vez tras dos años bursátiles excelentes en 2023 y 2024. Desde los máximos del 19 de febrero, el índice general de renta variable estadounidense S&P 500 ha sufrido una corrección de alrededor del 10%. 

¿Presión para que la Fed actúe? 

En este entorno, se plantea lógicamente la pregunta de si (y cómo) reaccionará el banco central estadounidense ante el deterioro del sentimiento. La respuesta de momento es que no ha reaccionado en absoluto; al menos no en lo que respecta a su principal herramienta de política monetaria, los tipos de interés oficiales, que mantuvo estables en una horquilla de entre el 4,25% y el 4,5%. 

La decisión sobre los tipos no sorprendió mucho. Más bien, la Reserva Federal se mantiene fiel a su línea y no actúa basándose en especulaciones, sino «en función de los datos», como no se cansan de repetir los responsables del banco central. O, como dejó claro el presidente de la Fed, Jerome Powell, en un discurso a principios de marzo, hay que ver cómo afectará la incertidumbre actual al gasto e inversión futuros; especialmente porque, como subrayó, los indicadores de confianza no han resultado ser una buena indicación del crecimiento real del consumo en los últimos años. 

Y a la vista de los datos actuales, la Fed considera que no hace falta efectuar nuevas rebajas de los tipos. En opinión de los responsables del banco central, la ralentización en cierto alcance del crecimiento salarial es positiva y el equilibrio entre la oferta y la demanda de mano de obra ha mejorado hasta tal punto que el mercado laboral no está ejerciendo ninguna presión inflacionista notable. 

No obstante, el nivel general de inflación sigue siendo elevado. Las estimaciones actualizadas de la Fed sugieren que la inflación estadounidense, medida según el índice de precios de gastos de consumo personal (PCE), podría situarse en el 2,7% en el cuarto trimestre de 2025 y, por tanto, mantenerse por encima del objetivo de inflación del 2%.  

Al mismo tiempo, la economía y el mercado laboral estadounidenses deberían seguir comportándose bien según las expectativas actuales, a pesar de que el panorama parezca deteriorarse un poco. Para el último trimestre de este año, la Fed prevé un crecimiento de la economía estadounidense del 1,7% con respecto al mismo trimestre del año anterior, comparado con su previsión de diciembre del 2,1%. Mientras tanto, es probable que la tasa de desempleo se mantenga en un bajo nivel del 4,4%. En este sentido, a la vista del objetivo de pleno empleo del banco central, aún no hay prisa para recortar los tipos. 

Unas reservas importantes 

Sin embargo, aparte de la decisión sobre los tipos de interés, hubo un ajuste en el catálogo de medidas de política monetaria que tal vez sorprendió a algunos. A partir de abril, la Fed solo reducirá sus posiciones de deuda pública estadounidense en un máximo de 5.000 millones de dólares al mes, en lugar de los 25.000 millones actuales. Esto significa que se detiene en gran medida la reducción de bonos del Tesoro estadounidense en el balance, después de que la Fed haya ido recortando sus tenencias de deuda pública en unos 1,5 billones de dólares hasta 4,2 billones últimamente desde que empezó a reducirlas el 1 de junio de 2022. 

Sin embargo, no habrá ningún cambio en el recorte de los valores respaldados por hipotecas, que se podrán seguir reduciendo por un importe mensual máximo de 35.000 millones de dólares. Recientemente, la cartera de valores respaldados por hipotecas ascendía a unos 2,2 billones de dólares, frente a los 2,7 billones de hace unos tres años. 

Con la decisión de ralentizar el ritmo de reducción de la deuda pública estadounidense, la Fed cumple su intención, anunciada hace tres años, de adoptar un sistema de reservas importantes, con el fin de garantizar que la política monetaria pueda aplicarse con la mayor eficacia posible. Solo había cierta incertidumbre en cuanto a la cuantía de estas reservas.  

Teniendo en cuenta el fin probable de la reducción de las posiciones en deuda pública y el nivel actual de dichas posiciones, puede deducirse que el importe objetivo de las reservas de la Fed en bonos del Tesoro estadounidense se situará probablemente en unos 4 billones de dólares en el futuro. Una suma considerable. 

A la espera de señales 

Jerome Powell declaró recientemente que, al analizar los datos recibidos, la Fed se centra en distinguir las señales del ruido a medida que las perspectivas evolucionan. «Signal and noise»: teniendo en cuenta esta posición de base, vuelve a quedar claro que la política monetaria no sigue una trayectoria predefinida. Al fin y al cabo, primero tienen que llegar las señales.  

Ahí es donde entra en juego el nuevo gobierno estadounidense. Aún podrían producirse cambios importantes en las políticas en materia de inmigración, comercial y fiscal. Donald Trump, que no se cansa de pedir rebajas de los tipos de interés, sigue siendo imprevisible. Por consiguiente, el efecto neto de las posibles medidas legislativas del errático presidente sobre la política monetaria también está, por supuesto, sujeto a una gran incertidumbre. 

En consecuencia, sigue habiendo un gran número de incógnitas y actualmente la política monetaria reacciona, lógicamente, sopesando los hechos. Si la economía se mantiene fuerte, pero la inflación no sigue tendiendo de forma sostenible hacia el 2%, los posibles recortes de los tipos de interés aún podrían hacerse esperar.  

Si, por el contrario, se produce un escenario en el que el mercado laboral se debilite inesperadamente o la inflación caiga más deprisa de lo previsto, el nivel de tipos de interés oficiales superior al 4% ofrece suficiente margen de actuación para relajar la política monetaria en caso necesario.  

Por tanto, con su actual orientación de política monetaria, el banco central estadounidense parece bien posicionado para gestionar los riesgos y factores de incertidumbre a los que se enfrenta en el cumplimiento de su doble mandato. En consecuencia, la Fed no está (todavía) bajo presión para actuar. 

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