Los fenómenos bursátiles del pasado se utilizan en el análisis técnico para intentar prever el futuro. Pero ¿deberían los inversores preocuparse realmente?
Los participantes del mercado prestan atención a multitud de factores. Uno que últimamente genera inquietud es el llamado «cruce de la muerte» (death cross, en inglés). Este nombre tan dramático proviene del análisis técnico, donde se interpreta como una señal negativa. Pero ¿qué es exactamente esta formación? ¿Por qué ocurre tan pocas veces? ¿Y es realmente un aviso fiable de un desplome bursátil? Vamos a analizarlo.
Un clásico de los gráficos
Para los traders de corto plazo, los análisis fundamentales a largo plazo suelen ser de poca utilidad. Pero incluso para muchos otros inversores, las líneas de tendencia, resistencias y soportes sirven de guía a la hora de tomar decisiones de compra o venta.
La lógica es sencilla: cuanto más participantes del mercado observan una formación técnica y adaptan su comportamiento en consecuencia, por ejemplo vendiendo al romperse un soporte importante, mayor es el impacto real que la propia señal acaba teniendo.
Algunas formaciones están sujetas a interpretación. Pero otras pueden identificarse objetivamente, como es el caso del cruce de la muerte: se produce cuando la media móvil de 50 sesiones cae por debajo de la media móvil de 200 sesiones. En términos visuales, la línea de corto plazo atraviesa de arriba a abajo la de largo plazo, formando así el cruce.
El propio nombre ya sugiere malas noticias. Y como esta formación ha aparecido recientemente en varios índices relevantes, como el MSCI World, el S&P 500, el Dow Jones o el Nasdaq 100, se ha convertido en el fenómeno técnico más comentado del momento. ¿Está justificada la preocupación?
¿Qué nos dice la estadística?
Una señal tan fácil de identificar como el cruce de dos medias móviles permite comprobar con datos su fiabilidad histórica.
Tomemos el S&P 500 como ejemplo: desde finales de los años veinte del siglo pasado, ha registrado 25 cruces de la muerte. En promedio, el índice cayó un 2 % durante el mes siguiente a la señal. Sin embargo, pasados tres o seis meses ya no se observa un impacto significativo, y al cabo de un año, el rendimiento mediano fue del 9,45 %, superior a la media histórica anual desde 1929, que es del 7,72 %.
En otros índices, las estadísticas son aún más favorables. Quienes analicen cruces de la muerte en el Nasdaq Composite o el Nasdaq 100 comprobarán que, al cabo de un año, el rendimiento suele estar incluso por encima de la media de largo plazo.
¿Y entonces, por qué tiene tan mala fama?
En una corrección bursátil fuerte, no es raro que la media de corto plazo se sitúe por debajo de la de largo plazo. Eso explica por qué la cruz de la muerte aparece en prácticamente todas las grandes caídas de mercado.
Pero no como causa, sino como consecuencia matemática inevitable. Se trata de un caso clásico de causalidad invertida: no es la señal la que provoca el desplome, sino que el desplome genera la señal.
Eso también significa que, en muchos casos, el cruce aparece cuando el peor momento ya ha pasado. Es muy posible que ese sea también el caso actual: la mayoría de los índices marcaron su mínimo el 7 de abril, mientras que el cruce de la muerte no apareció hasta varios días después.
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