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Bonds in the Spotlight
6 minutos

Tantear en la niebla

- Julian Marx

El banco central estadounidense, la Reserva Federal (Fed) volvió a reunirse y cumplió una vez más las expectativas del mercado en cuanto a la decisión sobre los tipos de interés oficiales. En concreto, esto significa que los tipos de referencia estadounidenses no se modifican por el momento, y el tipo de los fondos federales se ha mantenido en la horquilla del 4,25% al 4,5% desde diciembre del año pasado.

Las razones de esta decisión son claras: por un lado, en vista de los datos pasados, sigue sin haber una necesidad de bajar los tipos oficiales. En efecto, la inflación subyacente estadounidense (medida por el índice de precios de gastos de consumo personal, PCE) se situó en marzo de 2025 en el 2,6%, por encima del objetivo de inflación del 2% por 49.º mes consecutivo. Al mismo tiempo, el mercado laboral se mantiene robusto, con una tasa de desempleo que se situó recientemente en el 4,2%.

En este contexto, no debe darse una importancia excesiva al descenso del producto interior bruto (PIB) estadounidense observado en el primer trimestre de 2025, debido a unos importantes efectos puntuales. Las empresas y los consumidores estadounidenses aumentaron sus importaciones de bienes durante este periodo en previsión de posibles aranceles, y la consecuencia matemática de dicho aumento fue un crecimiento negativo del PIB. Por tanto, todavía no hay razones de peso para suponer que habrá rebajas de los tipos en favor del segundo objetivo de la Fed –el pleno empleo–.

No solo los datos publicados permiten prever una actitud de espera por parte de la Fed. Las perspectivas futuras tampoco justifican actualmente de manera inequívoca que sea absolutamente necesario recortar los tipos oficiales. La incertidumbre sigue siendo enorme. El presidente de la Fed, Jerome Powell, tiene que maniobrar con su banco central en un banco de niebla creado por el propio país. De hecho, los erráticos anuncios del presidente estadounidense, Donald Trump, realizados en abril fueron mucho más allá de la política comercial y sus implicaciones inflacionistas.

«La independencia forma parte del ADN de un banco central» (Joachim Nagel, presidente del Bundesbank alemán)

 

Últimamente se ha visto sometida a debate nada menos que la independencia del banco central estadounidense. «El cese de Powell no puede llegar lo suficientemente rápido», escribió Trump el 17 de abril de 2025 en su plataforma Truth Social, apuntalando así sus recurrentes llamamientos a recortar los tipos. Pocos días después, el presidente estadounidense volvió a dar marcha atrás, pero dejó un regusto amargo. En este contexto, también deben tenerse en cuenta los récords recientes alcanzados por el precio del oro, como una primera señal de advertencia.

Sin embargo, las posibles implicaciones que podrían derivarse de este debate sobre la independencia del banco central son difíciles de estimar. Históricamente, ya ha habido acaloradas pugnas entre la política fiscal y la monetaria. Por ejemplo, el antiguo presidente de la Fed Paul Volcker, que llegó a elevar los tipos de interés oficiales hasta el 20% a principios de los años ochenta para luchar contra unas tasas de inflación de dos dígitos, se enfrentó a las críticas del gobierno estadounidense de Ronald Reagan (Volcker's Announcement of Anti-Inflation Measures | Federal Reserve History).

Entonces, ¿cómo hay que contemplar ahora las discusiones recientes? Habida cuenta de la historia, un planteamiento general para abordarlo podría ser que hay que ser bastante cauto a la hora de extraer conclusiones concretas de las controversias actuales (por lo menos, de momento).

Un gran interrogante

Sin embargo, tampoco hay que restar importancia a la situación actual. Desde la perspectiva de los inversores extranjeros en particular, actualmente se plantea la cuestión de hasta qué punto una posible continuación de la pérdida de confianza podría afectar al estatus del dólar estadounidense. En este sentido, hay muchos argumentos de peso por los que la función del dólar estadounidense como moneda de reserva mundial no va a quedar en entredicho de la noche a la mañana. Por ejemplo, el hecho de que EE. UU. y el dólar estadounidense estén más estrechamente integrados en el sistema financiero mundial que cualquier otra moneda.

Así, a finales del año pasado, los inversores extranjeros poseían activos estadounidenses por valor de 60 billones de dólares. Una primera implicación es que muy pocos inversores tienen interés en una depreciación repentina del dólar estadounidense (o de los activos en dólares); un aspecto tranquilizador, porque esta fuerte integración significa que hay unos intereses comunes a escala mundial con respecto al valor del dólar estadounidense que, por tanto, pueden servir de factor estabilizador.

Al mismo tiempo, en retrospectiva, también podría parecer ingenuo confiar únicamente en esa concordancia de intereses. Porque también hay dos cosas claras: por un lado, la previsibilidad de los responsables políticos de EE. UU. ha disminuido recientemente. No solo la rivalidad con la segunda mayor economía, China, que ha desembocado en unos aranceles de más del 100%, es preocupante. Además, desde la perspectiva de un inversor en euros, el dólar estadounidense solo ha reaccionado hasta ahora de manera moderada a las salidas de tono recientes. La cotización del euro, por ejemplo, sigue estando algunos puntos por debajo de la del momento álgido de la pandemia, hace algo menos de cinco años. Entonces, por un euro se obtenían 1,20 dólares estadounidenses. Los eventuales riesgos y oportunidades derivados del tipo de cambio son siempre difíciles de cuantificar. Sin embargo, no cabe duda de que los riesgos (entre otros, políticos) inherentes al dólar estadounidense han aumentado considerablemente en las últimas semanas.

Lo que realmente importa

En un entorno en el que la retórica del presidente hacia la Reserva Federal puede suscitar dudas sobre su independencia, una «mera» decisión sobre las tasas de interés pierde importancia en cierto modo. Al fin y al cabo, ¿a quién le importa que los intereses suban o bajen 25 puntos básicos cuando hay en juego una posible pérdida de confianza en el sistema monetario? Entonces, ¿tiene una importancia secundaria la decisión sobre los tipos de interés en un entorno así?

Bien, a veces es una cuestión de perspectiva ver el vaso medio vacío o medio lleno. También podría argumentarse que la actual decisión sobre los tipos es tan relevante precisamente porque el banco central estadounidense se ha visto sometido a presiones políticas para rebajarlos. Y ha resistido esta presión. La decisión de mantenerlos estables demuestra que la Fed seguirá basando sus decisiones en los datos. Después de todo, es bastante comprensible que no haya vuelto a bajar los tipos por el momento, en vista de una inflación persistentemente alta, un mercado laboral robusto y unas perspectivas inciertas.

Por lo tanto, esta decisión sobre los tipos de interés no era en absoluto secundaria, sino que ha reforzado la confianza en la independencia de la Fed.

 

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